sábado, 26 de junio de 2010
España y el día de la Marmota
Artículo escrito por Santiago Segurola, con el que comulgo de "pe a pá"
La fatalista relación de España con su pasado dificultó durante décadas su desempeño en los Mundiales. Se hablaba de la historia con una reverencia negativa. En la memoria colectiva se habían grabado todas las frustraciones de un equipo que apenas nunca había funcionado bien en el concierto internacional. La selección estaba asociada a momentos tristes y los nombres que los representaban: Cardeñosa, Eloy, Julio Salinas, Zubizarreta, El Ghandour… Se interiorizó tanto el fatalismo que el equipo cumplía mejor con sus defectos que con sus cualidades. La mala historia del equipo funcionaba como coartada.
El éxito en la Eurocopa se interpretó como la solución a este problema, la catarsis necesaria para conducir al fútbol español a un lugar más amable: el del optimismo. Se ganó y el equipo tuvo empaque. Durante tres semanas jugó muy bien. Se lo reconoció todo el mundo. Los perdedores por naturaleza se habían transformado en brillantes vencedores. Esa victoria sólo podía tener efectos positivos sobre los jugadores, los aficionados y el periodismo. No ha sido así. Por desgracia, el pasado siempre tiene un efecto dañino sobre España.
Empieza a ser cargante y muy negativa la constante referencia a la Eurocopa 2008. No sólo se utiliza como el metro patrón del juego, sino que invita a místicas desafortunadas. La de Luis Aragonés, por ejemplo. Se quiera o no, su tiempo ha pasado. Es historia. Merece todo el honor y el máximo aprecio por parte del fútbol español, pero ni es el seleccionador, ni se le espera. No se puede construir una ficción con lo que Luis hubiera hecho con este equipo. No es sano, ni justo. Luis condujo a la selección por una mediocre fase de clasificación en el Mundial 2006 y por un discretísimo recorrido en el torneo.
Otro asunto recurrente es la obsesiva comparación con el juego en la Eurocopa. Probablemente el fútbol de España sea inferior al de entonces, aunque conviene situar las cosas en su sitio. En primer lugar, sólo uno de los cinco rivales que tuvo la selección ha pasado la primera fase en este Mundial: Alemania. En el caso de Rusia y Suecia, ni tan siquiera se clasificaron para Sudáfrica 2006. El Mundial es otra cosa, mucho más compleja y exigente. Basta un dato, Dinamarca ganó la Eurocopa 92 sin preparación previa.
Con respecto al juego, la referencia a la Eurocopa resulta paralizante. Se olvida que el tiempo no se detiene y el fútbol, tampoco: alumbra nuevos jugadores, conspira contra los más veteranos, penaliza con lesiones y descubre argumentos tácticos para neutralizar a los que tuvieron éxito anteriormente. Eso es lo que ha ocurrido en los dos últimos años y que se olvida con tanta frecuencia. La selección de 2008 no se podía conservar en formol. Por el camino se han descubierto excelentes jugadores –Piqué y Busquets son dos grandes exponentes- y se han averiado otros. Las lesiones de Iniesta y Torres han sido tan importantes que obliga a respetar el sacrificio de este equipo con respecto al que ganó la Eurocopa.
La comparación estraga, por injusta, innecesaria y repetitiva. Aquel torneo ya se jugó, aunque parecemos empeñados en jugarlo cada día en nuestras cabezas. La mejor Alemania de la historia ganó la Eurocopa de 1972 en medio de la admiración general. Dos años después, con los mismos jugadores, conquistó el Mundial entre críticas y motines. Con mejor o peor fútbol, los alemanes no han sido prisioneros de su pasado. Han seguido adelante. España, sin embargo, se encuentra atrapada por un síndrome temible: el del día de la marmota. Pretende levantarse cada día y encontrarse felizmente en el Práter de Viena. No sólo es irreal, también es ridículo.
Tres partidos después de comenzar el Mundial, buena parte del fútbol español continúa atrapada en el pasado, en un bucle nocivo que le impide afrontar la realidad. Estamos en otro torneo y en otro momento. Es necesario que el seleccionador y los jugadores no participen de la absurda nostalgia que nos invade. Al equipo le conviene la máxima dosis de realismo. Es la principal lección de la dura travesía por la primera ronda. No ha sido el equipo de la Eurocopa, ¿y qué? Es el entorno, principalmente el mediático, el que debería reflexionar sobre el peligro del ensimismamiento. Por desgracia, se ha llegado a un punto muy español: convertir el pasado en una trampa. Durante décadas, la selección fue víctima del fatalismo histórico. Llegó el éxito y tampoco sirve. Siempre nos quedamos enganchados fuera de la realidad.
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2 comentarios:
Esta es la España que conozco.Somos así y me temo que lo seremos siempre.Habrá perlas que enseñen el camino Como Gasol,Nadal,Indurain,etc,que se salgan de la norma y nos enseñen el camino,pero al final es lo que hay.Aunque tengo esperanza de que algún día cambie.
Opino que el gran mal de este país es la prensa que tenemos, además en todos los ámbitos, deportiva, pólitica, del corazón. Siempre pecan de oportunismo, partidismo y falta de rigurosidad. Mientras no cambie esto será muy dificil avanzar en cualquier otro aspecto.
Quién en su sano juicio puede pensar que ganar un mundial sería un paseo triufal...(sólo la prensa deportiva).
España tiene que ir a por todas partido a partido y de momento tiene tantas posibilidades como el que más.
El siguiente rival es Portugal, y señores, ellos quieren ganarnos tanto como nosotros a ellos.
Señores periodistas, déjense de tanta palabrería, de decir lo que ellos hubieran hecho, cómo hubieran jugado o a quién hubieran sacado. Limítense a disfrutar del partido y a apoyar a nuestros jugadores como españolitos de a pie.
Tenemos desde mi punto de vista la mejor selección de la historia y posibilidades de llegar muy lejos, pero como todo en la vida hay que demostrarlo en el campo y a veces, incluso jugando mejor, no se gana...
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